jueves, 8 de diciembre de 2011

En el nombre de la Madre

En sus libros De parte de una princesa muerta y Un jardín en Badalpur, la periodista francesa Kenizé Mourad intenta dilucidar quiénes fueron sus padres, a quienes casi no conoció personalmente. Descubre así que su madre, Selma, era una princesa turca de la familia otomana, que gobernó Turquía y sus dominios europeos, asiáticos y africanos entre 1453 y 1918, convirtiendo a Kenizé en descendiente de sultanes y califas. Descubre así que su padre, Amir, era un rajá indio, cabeza del principado indio de Badalpur y miembro de una antiquísima familia india musulmana, descendiente de Mahoma, lo cual autoriza a Kenizé a situar al fundador del Islam entre sus antepasados más remotos.
Tamaño pedigree familiar no se condice, a simple vista, con la progresiva pauperización de los orígenes familiares inmediatos de Kenizé, aunque la misma posee su explicación histórica. En 1918, Turquía, despojada de sus dominios otomanos, fue humillantemente derrotada, junto con sus aliados alemanes y austro-húngaros, por los elementos militares franceses, británicos y estadounidenses prevalecientes en la Primera Guerra Mundial, tras la cual tropas francesas, británicas, italianas y griegas ocuparon el territorio turco para ignominia de sus nativos, muchos de los cuales se sumaron a las filas del general nacionalista Mustafá Kemal Atatürk y expulsaron a las fuerzas de ocupación en 1923. La derrota militar turca y ocupación territorial de Turquía obligan a la familia otomana a reducir sustancialmente su suntuoso tren de vida, en el marco del colapso cuasi-simultáneo de los imperios alemán, austro-húngaro, turco y ruso, netamente contrastante con la consolidación del imperialismo inglés y colonialismo francés. Como si ello fuera poco, en 1923-1924 Atatürk proclama la república, asume con poderes cuasi-dictatoriales su presidencia (que retendrá hasta su muerte en 1938), suprime el sultanato y el califato, confisca los bienes del califa y de las familias otomana y califal, los despoja de su ciudadanía turca y los expulsa de Turquía, sentenciándolos de por vida al destierro, la dispersión y una estrechez material brutalmente alejada de su lujosa vida del pasado.
Entre 1924 y 1937, Selma, nacida en 1911, vivirá en la semipobreza de una princesa en el exilio, sobrellevada en Beirut, capital de un Líbano otrora situado bajo dominio turco y ahora controlado por esos franceses que contribuyeron al colapso del esplendor otomano. En el “pequeño París de Oriente”, Selma se verá obligada a reemplazar a su querida institutriz francesa de la corte otomana por las monjas francesas de la hermandad católica de Besançon, responsables de un colegio beirutí para señoritas y discretamente interesadas en cristianizar a sus discípulas musulmanas (objetivo parcialmente logrado en territorio francés en el caso de Kenizé, autodefinida en su adultez como una musulmana liberal, pese al bautismo y educación católicas impuestas en Francia a Kenizé por la más adinerada de sus familias adoptivas). En esa atmósfera enrarecida, Selma se verá constreñida a soportar el autoritarismo de su madre Hatidjé, la desaparición física sin muerte confirmada de su padre Hairi y la pusilanimidad de un hermano tocayo de su esfumado progenitor, situación modestamente morigerada por la amistad de unos hermanos drusos libaneses y la devoción de Zeynel, eunuco albanés sumado al exilio libanés de sus empobrecidos empleadores otomanos, autodefinido como padre sustituto de Selma e infructuosamente ilusionado con la posibilidad de convertirse en suegro del rey albanés Zogú I, posteriormente casado con la princesa Geraldina de Hungría y desterrado por la invasión ítalo-mussoliniana de Albania. Hatidjé intentará infructuosamente  sentar en el trono albanés  a una Selma obligada por su madre a renunciar a su amor por un independentista libanés druso finalmente casado con una adinerada heredera estadounidense y anteriormente decidida a renunciar a una carrera actoral hollywoodense en aras de un matrimonio real albanés frustrado por la temporaria interrupción de los vínculos diplomáticos turco-albaneses decidida por Atatürk.
En 1936, Selma aún no se ha casado y ya tiene 25 años, edad femenina demasiado avanzada para conservar la soltería en Oriente, donde el matrimonio infanto-juvenil parece ser la única opción vital válida para una mujer, aunque ello obligue a las féminas a soportar el autoritarismo de esposos frecuentemente mucho más añosos y la consumación de matrimonios que no se consuman por amor, sino por convenios entre partes. Como el acuerdo epistolar sellado, a espaldas de Selma, entre Hatidjé y el máximo dirigente del movimiento indio musulmán en pro de la restauración del califato, intermediario de los esponsales de dos primas de Selma con príncipes indios y susceptible de ayudar a casar a Selma con el rajá Amir de Badalpur, príncipe indio de treinta años, educado en Inglaterra y huérfano de padres desde temprana edad.
Selma es escéptica respecto del matrimonio. No ha podido desposar al rey albanés ni a su amante druso. Aunque dos veces divorciada, Hatidjé hace notar seriamente a Selma que el matrimonio constituye la única forma posible de organizar la vida femenina. Selma comprende que no podrá quedarse de por vida en Beirut, donde lleva una vida materialmente incómoda y su madre, ya mayor, ha visto menguar progresivamente su capital de salud y chances de volver a Turquía. Tras un breve, aunque fluido, intercambio epistolar con Amir, parte hacia la India a desposar a su prometido.
En 1939, habiendo soportado durante dos años el machismo indio y el racismo inglés, resuelve, a instancias de una francesa radicada en la India, tener a su primer hijo en París, donde se instala en compañía del incondicional Zeynel, quien, tras la muerte de Hatidjé, no encuentra nada que hacer en Beirut. En la capital francesa, Selma da a luz a una niña, Zahr, quien, años después, adoptará el sobrenombre de Kenizé al iniciar su carrera periodística. Selma resuelve no regresar a la India, donde sabe que a su hija le espera el encierro y matrimonio prematuro de conveniencias estipulados para la mujer india. Indica a Zeynel que escriba a Amir que su hijo nació muerto y envía cartas a Harvey Kerman, ocasional amante estadounidense de Selma en París, con divorcio en trámite, que ha regresado a su país y a quien Selma pretende hacer creer que Zahr es hija suya. Entretanto, estalla la Segunda Guerra Mundial, los alemanes ocupan París y Selma, privada de los giros monetarios de Amir, sobrevive penosamente, con Zahr y Zeynel, en hoteles de ínfima categoría de un París que Selma no ha querido reemplazar por la  helvética neutralidad de una Lausanne epistolarmente preconizada  por un Amir temeroso del revanchismo territorial antifrancés nazi-alemán, empeñando sus joyas, abrigos de pieles y zapatos y temerosa de ser denunciada ante los ocupantes alemanes por los colaboracionistas franceses, debido a su pasaporte británico. Finalmente, Selma contrae una septicemia y fallece en 1941, a la temprana edad de 30 años, sin haber podido convertir a Harvey en padre sustituto de Zahr, pues la señora de Kerman interceptará y ocultará las cartas de Selma a Harvey, quien recién las descubrirá después del deceso de su esposa, ocurrido poco antes del súbito fallecimiento de un Harvey desplazado al liberado París de 1945 para adoptar a Zahr, cuyo padre biológico recibe la noticia del nacimiento de su hija por vía diplomática, sin poder viajar a una Europa convulsionada por la guerra para conocer a su rajkumari[1]. Entretanto Zeynel, posteriormente desaparecido del mapa y presuntamente convertido en un clochard parisino-albanés bajo ocupación nazi-germana, ha confiado a Zahr a la esposa del cónsul suizo en París, la primera madre adoptiva de Zahr.
En 1961 Zahr cumple veintiún años y parte hacia la India para su primer encuentro con su padre biológico, materialmente empobrecido por la abolición de los principados, decidida en 1952 por el primer gobierno postindependentista indio, encabezado por Jawaharlal Nehru, con quien Zahr tiene un breve encuentro al principiar su primera (y prolongada) estadía en territorio indio. Zahr comprende que, de quedarse en la India, le aguarda el mismo miserable destino femenino previsto para su madre biológica, con el agravante de la sensible limitación del antiguo poderío material y político de los rajás indios. Por dicho motivo, Zahr limitará, durante los siguientes dos decenios, sus contactos con su padre al plano epistolar. Finalmente, la muerte de Amir impulsa a Zahr a volver a la India para el funeral de su padre biológico y una infructuosa puja sucesoria con sus hermanastros, concebidos por Amir con su difunta segunda esposa.


Mahoma, fundador del Islam y remoto antepasado paterno de Kenizé Mourad
 




Retrato del sultán otomano Murad V, cuyo nombre afrancesó su biznieta Kenizé Mourad al convertirlo en su apellido periodístico. Murad V fue coronado el 30 de mayo de 1876 y destronado el 31 de agosto del mismo año por su hermano Abdul Hamid II, quien, tras su coronación, recluyó en un palacio estambulita a Murad V y otros miembros de la familia otomana, entre ellos a la sultana Hatidjé, abuela materna de Kenizé Mourad. Murad V falleció el 29 de agosto de 1904, a  los 63 años de edad.




Abdul Hamid II, sultán otomano con fama de enérgico y tío bisabuelo de Kenizé Mourad. Falleció el 10 de febrero de 1918, a la edad de 75 años. Nueve años antes, había sido destronado por la revolución turca de 1909, que instauró una monarquía constitucional.




El coronel albanés Ahmed beg Zogú, frustrado padre biológico de Kenizé Mourad. Nacido en 1895, tuvo una activa participación en el proceso independentista albanés, coronado en 1912 con la proclamación de la independencia albanesa del dominio turco otomano. En diciembre de 1924 derrocó al presidente constitucional albanés Fan Noli, siendo designado presidente de Albania por el Parlamento albanés a principios de 1925. En 1928 se autoproclamó rey de Albania con el nombre de Zogú I, con ayuda del dictador italiano Benito Mussolini. En 1938 se casó con la princesa Geraldina de Hungría. Al año siguiente, la creciente ingerencia itálica sobre Albania se tradujo en la ocupación territorial directa italiana de Albania y el desplazamiento, en el trono albanés, de Zogú I por el rey italiano Víctor Manuel III. Zogú I pasó la Segunda Guerra Mundial en Londres. Concluida la contienda, se radicó en París, ciudad natal de su frustrada hija biológica, donde abdicó su trono tras ser depuesto in absentia por la revolución republicano-comunista albanesa de 1946. Pasó modestamente el resto de su vida en la capital francesa, donde falleció en 1961.



Kenizé Mourad



Kenizé Mourad y otros miembros de la familia otomana



La apasionante historia familiar referida por Kenizé Mourad es una historia de madres, rol que, curiosamente, Kenizé Mourad, nunca asumió en la vida real. Empero, no está de más recordar la relevancia de la figura materna en este día de la Inmaculada Concepción de María, madre de Jesús de Nazaret y una de las madres más importantes de toda la Historia.







Infancia de la Virgen María, fresco pintado en 1958 por el pintor argentino Raúl Soldi en la capilla bonaerense de Santa Ana de Glew




[1] Rajkumari: primogénita de rajá. El masculino de rajkumari es rajkumar
  





        
































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