lunes, 17 de octubre de 2011

El triunfo de la realidad

Durante la restauración peronista de 1973, Rodolfo Terragno describía "la vana pretensión de negar la realidad" pretérita o presente como un rasgo de inseguridad característico del poderoso. Poderoso que, en el caso argentino, había intentado, desde 1930, negar la innegable realidad del arraigo popular de los dos grandes partidos políticos argentinos del siglo XX (el radicalismo y el peronismo). Poderoso que condicionara duramente la supervivencia de ambos partidos, sin por ello lograr suprimirlos. Poderoso que, durante la Década Infame, obligase al radicalismo a efectuar odiosas concesiones al conservadurismo para plasmar la asunción presidencial de un Roberto Ortiz impedido por su mala salud de profundizar su campaña contra ese fraude electoral avalado por su vicepresidente y sucesor Ramón Castillo, cuya tendencia a negar la realidad le costase su derrocamiento. Poderoso que, durante los años de la mal llamada "Revolución Libertadora", que no revolucionó ni liberó nada, intentase fútilmente negar la innegable realidad del arraigo popular de su derrocado. Poderoso que, durante los años de la mal llamada "Revolución Argentina", que no revolucionó ni argentinizó nada, intentase negar la innegable realidad del sistema político, que Juan Carlos Onganía sugiriese inútilmente silenciar en su conjunto.  Poderoso que, durante los años del mal llamado "Proceso de Reorganización Nacional", que no reorganizó ni nacionalizó nada, intentase negar la innegable realidad de la complejidad de los problemas nacionales, que, posteriormente, intentaría negar dicho poderoso durante la neoliberal segunda Década Infame de 1989-2001.


Rodolfo Terragno y el carácter innegable de la realidad



Roberto Ortiz, cautivo de los vanos negadores de la realidad

 
Ramón Castillo, Pedro Eugenio Aramburu, Juan Carlos Onganía, Emilio Eduardo Massera, Jorge Rafael Videla, Orlando Ramón Agosti, Fernando de la Rúa y Domingo Felipe Cavallo, vanos negadores de la realidad

El 17 de octubre de 1945, hace hoy 57 años, una Argentina multitudinaria y desposeída se pronunció masivamente contra los vanos negadores de la compleja realidad nacional, exigiendo la liberación del artífice del indeleble lema La única verdad es la realidad. La realidad no estaba evidentemente encarnada en los elegantes promotores de la transferencia a la Corte Suprema de ese poder político tomado por asalto el 4 de junio de 1943. Tampoco lo estaba en los militares antiperonistas liderados por el general Ávalos. Lo estaba en el coronel Perón y sus múltiples seguidores. Tal como lo está hoy en quienes pronto reelegirán a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, tan implacable adversaria de la negación de la realidad como su difunto consorte y predecesor, cuyo primer aniversario de defunción marcará honrosamente la bien ganada reelección de la actual mandataria, mal que les pese a  los vanos negadores de la realidad, actualmente debilitados, pero aún tenaces y peligrosos.

17 de octubre de 1945. Triunfo de la realidad.

La fuerza de Cristina es la fuerza de una realidad actualmente innegable en una Argentina que ya no compra buzones

En este 17 de octubre, los argentinos, peronistas o no, debemos grabar a fuego una sagrada enseñanza histórica: basta de comprar buzones. Los buzones golpista y neoliberal nos costaron carísimos. Las ranuras de los buzones son para las cartas. Para los votos están las ranuras de las urnas. Y para las botas, no está de más recordarlo, están los cuarteles.

Terminantemente prohibido comprar
Señor, señora, señorita, deposite sus dólares en Uruguay, si quiere, pero eso sí, el voto me lo deposita aquí...
"Urna electoral" española. Prohibida su reproducción total o parcial en la Argentina.


¡Lindas botas, Granaderos! Pero eso sí, nada de usarlas en el Sillón de Rivadavia. Los últimos que lo hicieron le dejaron el tapizado a la miseria.

   





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