sábado, 1 de octubre de 2011

El enemigo del pueblo


En 1945 crecía la oposición al régimen de facto impuesto en junio de 1943 por los artífices del derrocamiento del presidente conservador Ramón Castillo. La clase baja asalariada respondía a su principal benefactor, coronel Juan Domingo Perón, titular de los cargos de vicepresidente, ministro de Guerra y secretario de Trabajo y Previsión de la Nación. Las clases media y alta no simpatizaban con Perón, pero tampoco con el gobierno de facto, exigiendo, en consecuencia, el traspaso del poder a la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Esta última podía asumir constitucionalmente el gobierno de la República a raíz de la acefalía producida en el Poder Ejecutivo federal por la defenestración de Castillo y el silenciamiento impuesto por los golpistas al Congreso Nacional. Las clases media y alta se pronunciaron masivamente contra la dictadura los días 19 de septiembre y 12 de octubre de 1945, a través de los multitudinarios actos políticos posteriormente ingresados en los anales históricos como la "Marcha de la Constitución y de la Libertad" y el "picnic de Plaza San Martín". La renuncia cuasi-unánime del gabinete ministerial impulsó al presidente dictatorial Edelmiro Farrell a solicitar la formación de un gobierno a Juan Álvarez, procurador general de la Corte Suprema de la Nación, y satisfacer las severas demandas de los militares antiperonistas encabezados por el general Eduardo Ávalos. Estos últimos lograron que Perón renunciase a todos sus cargos gubernativos y fuese confinado en la Isla Martín García y, a continuación, en el Hospital Militar de la capital argentina. El 17 de octubre de 1945, la clase baja asalariada ganó las calles porteñas y copó la Plaza de Mayo para exigir la liberación de Perón y repudiar la decisión dictatorial de transferir el gobierno a la Corte, en la cual veían una continuidad encubierta del golpismo y del fraude "patriótico" conservador de la Década Infame. Impulsado por el giro situacional favorable a Perón, Farrell rechazó la terna ministerial propuesta por Álvarez, designó un gabinete peronista, ascendió a Perón a general de brigada y convocó a las elecciones generales del 24 de febrero de 1946, los primeros comicios limpios celebrados desde la segunda elección presidencial de Hipólito Yrigoyen en 1928. El 4 de junio de 1946, Perón, convertido en mandatario constitucional, asumía su primera presidencia.


Ramón Castillo
Columna golpista (1943)

Edelmiro Farrell y Juan Domingo Perón


Eduardo Ávalos
















19 de septiembre de 1945. Marcha de la Constitución y la Libertad.


Juan Álvarez


Busto y casa-prisión de Perón en Martín García 












La Plaza de Mayo el 17 de octubre de 1945













4 de junio de 1946. Perón asume su primera presidencia

Los elementos antidictatoriales de 1945 tenían sus lemas. Tendientes, no sin alguna razón, a ver un enemigo en la clase ilustrada, los asalariados peronistas de clase baja subrayaban sintéticamente la presunta superioridad de su cultura en el harto discutible  lema ¡Libros, no! ¡Alpargatas, sí!. El 12 de octubre de 1945, los elementos antiperonistas y antidictatoriales de clase media y alta invadieron la Plaza San Martín y lincharon al  elemento castrense que intentó descolgar el provocativo cartel de "Se alquila" impuesto por un manifestante al edificio del Círculo Militar, acciones rubricadas por el lema antidictatorial ¡Botas, no! ¡Votos, sí!.
Hasta hace poco trabajé como docente secundario en una escuela secundaria del gobierno bonaerense en Wilde. Hará cosa de cuatro meses llego a la escuela y encuentro padres quejándose porque a sus hijos les habían puesto ausente por faltar un día de lluvia (en mi escuela eso no se consideraba impedimento para poner ausente). Los padres decían: "el remise es muy caro", "el paso nivel se inunda". ¡La puta madre que los parió! Entre 1973 y 2001 viví en La Boca, que hasta 1998 se inundó por carecer de defensas adecuadas contra las inundaciones. ¡Me ponía las botas de goma e iba a la escuela, viejo! Los padres de mi escuela de Wilde, supuestamente pobres, mandaban a los pibes a la escuela con celulares con pantalla dactilar que no debían bajar de 500 pesos. ¿Por qué no les compraban un par de botas de goma, que salen mucho menos y son más necesarias? Podemos telefonear desde un locutorio, pero no andar descalzos. Sepamos priorizar.
Semejante situación, digna de un sainete de Alberto Vaccarezza, impele a fusionar los lemas peronistas y antiperonistas de 1945 en el aggiornado slogan ¡Libros sí! ¡Botas de goma también! ¿IPhone para qué?










Alberto Vaccarezza





Pero mucho me temo que impulsar semejante filosofía existencial entre mis alumnos de Wilde y sus padres me sometería a las mismas penurias abatidas sobre el muy principista doctor Thomas Stockmann, personaje principal de la profética obra teatral Un enemigo del pueblo, compuesta por el dramaturgo noruego Henrik Ibsen en 1882, cuando nadie parecía capaz de acuñar el término ecología. Stockmann detecta la presencia de una bacteria contaminante en las aguas balnearias de su ciudad de residencia, principal atracción turística y actividad económica locales. Stockmann, hermano del alcalde, se granjea las antipatías de sus vecinos al intentar concientizarles sobre los riesgos sanitarios implícitos en la contaminación hídrica. Pese a sus buenas intenciones, Stockmann es sindicado como un enemigo por las autoridades y pobladores locales, aparentemente menos preocupados por su salud física que por los inconvenientes económicos de la desinfección hídrica y la posible pérdida de clientes del balneario local. ¿Podría yo emular al Stockmann ibseano y tildar al Iphone de enemigo del pueblo wildeano sin botas de goma y con vistosos celulares? Podría intentarlo, desde ya, pero no sé si tengo tanta vocación de mártir. Mientras yo disfruto de mi licencia médica, mis alumnos sin botas de goma seguirán, sin duda, disfrutando de las pantallas dactilares de teléfonos celulares supuestamente destinados a un público materialmente más beneficiado.
  



El profeta Ibsen

Un enemigo del pueblo, montada en 2007 en el Centro Dramático Nacional de Madrid

 
¿El nuevo enemigo del pueblo?

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