martes, 25 de octubre de 2011

Saellvertu, argentinere

Según el relato bíblico, Jesús de Nazaret nació durante el censo imperial romano del año 1 d.C. Seguramente, muchos israelitas deben haber acudido de mala gana a la convocatoria de un poder que juzgarían opresor aunque aún no hubiera sentado plenamente sus reales en suelo israelí, como lo haría décadas después al destruir el segundo Templo de Jerusalén y decretar arbitrariamente el inicio de la cuasi-bimilenaria diáspora judía, jalonada por las iniquidades de la Inquisición, los pogroms zaristas y el Holocausto, que convertiría en pura anécdota los sufrimientos del pueblo judío bajo los poderes monárquicos egipcio y babilónico de los siglos XIII y VI a.C. En medio de la tristeza del pueblo judío, se produjo, según las Sagradas Escrituras cristianas, un acontecimiento feliz, el nacimiento del futuro gran mensajero de la esperanza encarnado en Jesucristo, aunque, posteriormente, hubiese judíos que desconfiasen de él.


Censo en Belén, por Pieter Brueghel el Viejo (1566)

No pretendo en absoluto equiparar al matrimonio Kirchner (ni a mi propia persona) con figuras históricas de la talla de Jesús, que venero modestamente en la misa dominical de mi parroquia católica. Pero no por ello me privaré de explayarme comparativamente de pleno derecho.
El 27 de octubre de 2010, hace ya casi un año, me desempeñé como censista en la localidad bonaerense de Wilde, donde ejercía la docencia secundaria en una escuela del gobierno provincial, junto a colegas de mayor antigüedad docente y experiencia censal, que evocaban sus experiencias censales de los años 1980, 1991 y 2001, en los que yo revistase como censado, pero no como censista. Uno de mis primeros censados me comunicó la noticia del fallecimiento del ex presidente Néstor Kirchner. Continué y concluí mi agotadora y fructífera labor censal, pero, evidentemente, el Censo 2010 había dejado de ser la noticia del día. No me extrañaba la noticia. Aunque sólo tenía 60 años al expirar, Kirchner había tenido dos episodios cardíacos en menos de un año, denotando una mal disimulada precariedad de salud. Pero, la noticia de su deceso, aunque no me extrañó, me conmocionó, como a muchos otros argentinos, tal como conmocionase, a mí y muchos connacionales míos, el fallecimiento del ex presidente Raúl Alfonsín, ocurrido el 31 de marzo de 2009, pese a la avanzada edad y previsibilidad del deceso del veterano dirigente radical.

Cortejo fúnebre de Raúl Alfonsín


Imagen del átaud de Néstor Kirchner, con su viuda y sucesora presidencial ante el catafalco


Logo censal y censistas argentinos de 2010

Regresé a mi hogar porteño en las primeras horas de la noche de ese peculiar miércoles de octubre, físicamente agotado (y vivencialmente enriquecido) por mi primera experiencia censal, acentuada por el luctuoso componente socioemocional. Al día siguiente yo tenía franco laboral extraordinario y me sentía demasiado cansado como para asistir al multitudinario sepelio del ex presidente, pese a haber alentado y votado al ilustre difunto. Resolví dedicar el 28 de octubre de 2010 a reponerme de las fatigas del día anterior y seguir desde mi lecho la prolongada cobertura televisiva del funeral de Kirchner, tal como siguiese el año anterior la dilatada televisación de las exequias de Raúl Alfonsín, a las cuales tampoco asistí, pese a mi afecto por el egregio finado. Como expresé por esos días en un blog periodístico, censar en el día del deceso de Kirchner había sido como censar en Belén en el día del nacimiento de Jesús, máxime considerando las simpatías por el ex presidente y su viuda y sucesora perceptibles entre mis censados. Al menos en el relato bíblico, el natalicio de Jesucristo eclipsó notoriamente la relevancia del censo dispuesto por el emperador Augusto en sus vastos dominios. En los hechos, el deceso de Kirchner restó un notorio margen de trascendencia al censo dispuesto por el gobierno de su consorte, que respeto mucho más que los poderes insolentes otrora impuestos a la Argentina y valientemente cuestionados por su actual mandataria. En lo que a mí respecta, considero, retrospectivamente, que honré la memoria de Raúl Alfonsín y Néstor Kirchner al desempeñarme como censista en 2010 y presidente de mesa en 2011 y avalar electoralmente la bien ganada reelección de la presidenta Cristina Fernández.  


Mausoleo de Néstor Kirchner en el cementerio de Río Gallegos
En su viaje por la Islandia del decenio de 1860, situada bajo dominio danés, el sabio alemán Otto Lidenbrock, su sobrino Axel y su guía islandés Hans, personajes de la célebre novela Viaje al centro de la Tierra, del francés Jules Verne, son alojados por una noche por un cordial matrimonio islandés de lengua danesa, padre de diecinueve hijos, que recibe a sus huéspedes con la expresión danesa saellvertu (“sed felices”), una opípara cena islandesa y un mullido lecho islandés para pernoctar. Llevo ya muchos años sin releer sistemáticamente las indelebles páginas de Verne, que tanto amenizaron mi infancia con las peripecias de los protagonistas de Viaje al centro de la Tierra, La vuelta al mundo en 80 días, Cinco semanas en globo, Veinte mil leguas de viaje submarino, La isla misteriosa, El náufrago del  Cynthia o Los hijos del capitán Grant. Me pregunto qué puedo agregar, a modo de conclusión, en este tramo final del año 2011, tan trascendental para una Argentina que pasó en un año del censo de la tristeza al triunfo de la alegría, de ser censada en un día luctuoso a celebrar la victoria de esa gran mensajera de la esperanza encarnada en su actual mandataria, recordando a esa Sagrada Familia  y ciertos correligionarios religiosos suyos censados por un poder opresor felizmente contraatacado en la actual Argentina y alegrados por el natalicio del futuro Redentor. Recordando a Verne, acuden a mí dos palabras danesas: Saellvertu, argentinere ("sed felices, argentinos"). Lo cual no suena cándido en una Argentina actualmente alejada, para bien de su pueblo, de sus peores males históricos.


Jules Verne



Elementos cristinistas celebran la reelección presidencial de su candidata en Plaza de Mayo, en la noche del 23 de octubre de 2011


    




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