lunes, 19 de septiembre de 2011

Hijos-padres y padres-hijos

En el tramo final de la película Superman regresa, de 2006, un Superman interpretado por Brandon Routh visita subrepticiamente a Jason, niño de cinco años bautizado con la versión inglesa del nombre del héroe mitológico griego conocido en castellano como Jasón y concebido por Superman con Lois Lane (compañera de trabajo de Clark Kent, alter ego de Superman). Lois considera equívocamente a Jason hijo de su esposo Richard White, sobrino de Perry White, editor del Daily Planet. Esa paternidad puesta en tela de juicio por Lex Luthor, archienemigo de Superman, súbitamente convertido en carcelero de Lois y Jason a bordo de un lujoso yate equipado con la mortífera tecnología extraterrestre infructuosamente empleada por Luthor contra el Hombre de Acero y la Humanidad protegida por un Superman regresado a la Tierra tras una larga estadía en su supuestamente desaparecido Krypton natal. Lois comprende las dudas de Luthor cuando Jason mata a un secuaz de su captor lanzándole un pesado piano de cola, que un niño de cinco años no podría mover sin el sobrehumano vigor físico de un Superman, impensable en el hijo de un ser humano como Richard. El Jason de Superman regresa parece destinado a grandes empresas, como su singular padre y el Jasón de la mitología griega, obligado a reclamar penosamente el trono paterno usurpado por un tío. Ante un Jason plácidamente dormido tras las duras peripecias vividas durante la película, Superman/Routh sentencia: "El hijo se vuelve padre y el padre se vuelve hijo". Buena síntesis del periplo vital de muchos seres humanos. En el mundo actual, hay niños nacidos en maternidades como hijos a secas dependientes de padres a secas y ancianos fallecidos en geriátricos como padres-hijos dependientes de hijos-padres.  

Brandon Routh en Superman regresa

Pronto seré tío del primogénito de mi hermana y mi cuñado, que no poseerá los sobrehumanos atributos de un Superman y deberá ingeniárselas para afrontar la adversidad terrestre sin ayuda de inexistentes superhéroes y con las apreciables, aunque limitadas, potencialidades de la Humanidad, la especie más cercana a esa perfección reservada a Dios Nuestro Señor, pero jamás dotada de la perfección divina. No usurparé trono alguno al padre de mi sobrino, simplemente porque mi cuñado no posee trono alguno. Pronto seré tío de un niño dependiente de una intervención adulta pasible de graves equívocos. Y, al mismo tiempo, convivo con padres septuagenarios, no exentos de la posibilidad de convertirse, en años venideros, en padres-hijos dependientes de hijos-padres obligados a cuidar de sus envejecidos progenitores con recursos limitados. Viví esa situación con mis abuelos, con quienes conviví en sus últimos años. La viví especialmente con Elena, mi abuela paterna, víctima del mal de Alzheimer durante siete años e internada en geriátricos durante cinco. Elena vivió el año 2008, el último de su larga vida, semipostrada, alimentada por sonda, con sus cuerdas vocales y músculos masticatorios paralizados por un agravado mal de Parkinson. En enero de 2009, Dios se apiadó finalmente de su alma y le permitió reencontrarse con mi abuelo Alfredo, su compañero durante 69 años, fallecido en 2003. "El hijo se vuelve padre y el padre se vuelve hijo".  No es raro que Superman/Routh sintetizara en tales términos el periplo vital humano ante el pequeño Jason.


Jasón

     

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