lunes, 12 de septiembre de 2011

Via Crucis cívico

 Días atrás, visité la Secretaría Electoral porteña, dependencia judicial, para reclamar el impago de los 50 pesos de capacitación comicial a los que tengo derecho por haber presidido una mesa electoral en las primarias del 14 de agosto. En la puerta de acceso a la Secretaría, sita en la zona de Tribunales, debí soportar las quejas de una elegante señora de mediana edad, que protestaba por haber sido convocada como autoridad de mesa (sin haberse postulado como hice yo) a cambio de 200 pesos “roñosos” de honorarios de mesa abonados por el Poder Judicial (que ya cobré) y los mencionados 50 pesos que sigue adeudándome el Ministerio del Interior. Me deslindé de mi quejicosa y emperifollada interlocutora cuan delicadamente pude.

Ayer, 11 de septiembre de 2011, La Nación.com publicó una nota titulada Cuando votar es una odisea y relativa a las ingentes dificultades afrontadas al sufragar por los escasos y pauperizados votantes empadronados en la minúscula y apartada localidad salteña de Nazareno, mayoritariamente poblada por analfabetos domiciliados en las altas cumbres andinas de la provincia septentrional, cerca del límite geográfico terrestre argentino-boliviano. Votantes que comparten casas de piedra con corrales de ovejas y que, impelidos por su analfabetismo, identificaron a los precandidatos de las primarias gracias a sus retratos fotográficos, impresos en las boletas de votación, como los también iletrados baruya de Nueva Guinea, incorporados a la vida cívica occidental por sus colonizadores australianos de la segunda posguerra y estudiados por el antropólogo francés Maurice Godelier. Votantes que, en ciertos casos, votan para tener sellado el DNI en sus frecuentes ingresos por motivos de subsistencia en territorio boliviano, que pueden vetar las autoridades fronterizas argentinas por no haber sufragado en las últimas elecciones argentinas o justificado debidamente la no emisión de voto.

Proselitismo político en Nazareno (Salta)
Baruya de Nueva Guinea

Maurice Godelier
Votantes que caminan horas por senderos de cornisa para llegar al cuarto oscuro, para depositar su voto en urnas transportadas en mulas. Votantes que temen estropear las máquinas afectadas a las experiencias piloto de voto electrónico. Votantes sin locales político-partidarios, que acaban de reemplazar el trueque por multiplicados planes sociales. Votantes con un intendente que explica que, pese al sacrificio que implica para muchos, la gente, sobre todo la más grande, no deja de ir a votar.
Por razones de objetividad, soslayo los tramos más tendenciosos de la nota de La Nación.com, dignos de la elegante y quejicosa dama de Tribunales[1].  A quien me permito decir: Ud.y yo, Sra., tan mal no estamos a la hora de votar, ni de oficiar de autoridades de mesa. En Nazareno, pueblo bautizado con el gentilicio de Jesús, votar (u oficiar de autoridades de mesa) parece ser un Via Crucis cívico, afrontado por los lugareños con cristiano estoicismo. Seguro que en nuestros barrios porteños no lo es, Sra. 

    Esta imagen del Via Crucis podría representar muy bien la odisea cívica de los votantes de Nazareno







[1] Quien lo desee puede leer la nota completa en: http://www.lanacion.com.ar/1405149-cuando-votar-es-una-odisea

No hay comentarios:

Publicar un comentario