Nanni Moretti y Michel Piccoli en Habemus Papa
Habemus Papa no es una película antieclesiástica. No ha sido airadamente cuestionada por los católicos argentinos más conservadores, que, en el decenio de 1980, no lograron impedir la aprobación de una muy postergada ley de divorcio vincular, aunque sí bloquear la difusión de las películas Yo te saludo María, de Jean-Luc Goddard, y La última tentación de Cristo, de Martin Scorsese, pese a la restauración democrática de 1983 y el sensible retroceso de la censura cinematográfica procesista. No ha recibido el mote de anticlerical impuesto en 1991 por los católicos argentinos más conservadores a la película El padrino III, de Francis Ford Coppola, alusiva a la refutada leyenda negra sobre la muerte del Papa Juan Pablo I, mencionado en Habemus Papa y fallecido en 1978 tras 33 días de pontificado. Incluso en la Santa Sede se ha considerado inofensiva la película de Moretti, aunque algún elemento vaticano haya fruncido el ceño ante el estreno y éxito internacional de Habemus Papa. No, Habemus Papa no pretende atacar a la Iglesia Católica, sino recordarle bienintencionadamente las palabras pronunciadas por Poncio Pilatos al entregar a Jesús de Nazaret a su ejecutor: Ecce homo ("He aquí al hombre"). Porque si algo ha hecho hasta ahora a medias la Iglesia Católica (o, al menos, sus integrantes más conservadores) ha sido comprender al hombre actual (y aclaro que soy católico practicante).
Ecce homo, de autor y fecha no identificables
¿Es muy difícil entender que muerte digna no es sinónimo de eutanasia? ¿Es muy difícil entender que la mujer actual necesita la píldora anticonceptiva y, de vez en cuando, algún aborto? ¿Es muy difícil entender que el varón actual necesita preservativos para una sexualidad responsable? ¿Es muy difícil entender que muchas parejas actuales necesitan divorciarse? ¿Es muy difícil entender que no siempre es viable el matrimonio en primeras nupcias, como el de mis padres, próximos a cumplir 45 años de vida conyugal sin matrimonio religioso? ¿Es muy difícil entender que una mujer o varón no puede amar a la fuerza a personas de su sexo contrario y que es preferible amar sinceramente a un congéner a amar hipócritamente a una persona del sexo contrario para acatar una prejuiciosa convención social? ¿Es muy difícil reconocer el derecho de las parejas homosexuales a formar una familia? ¿Es muy difícil impulsar el celibato sacerdotal optativo católico?
Reitero: soy católico. Amo a la Iglesia. Y, como la amo, la critico. Ad maiorem dei Gloriam ("Para mayor gloria de Dios"), rezaba el lema papal de Juan Pablo II. Para mayor gloria de Dios los católicos debemos mejorar nuestra Iglesia, adaptándola a las muy cambiantes circunstancias históricas subrayadas por Moretti. Jesús fue un revolucionario. Su prédica irritó a muchos. Y por eso hubo quienes exigieron su crucifixión. El católico reaccionario no reverencia debidamente a Cristo.
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