lunes, 31 de octubre de 2011

Halloween, o los encantos de la superficialidad

En 2003, un profesor mío del profesorado refirió indignadamente que su hijo de 11 años le había pedido caramelos para celebrar Halloween. En este día de Halloween de 2011, aún comprendo la indignación de mi ex profesor, porque puede argüirse que Halloween es una festividad anglosajona y ajena a las costumbres argentinas. Sin embargo, muchos argentinos la han incorporado a sus costumbres, entre las cuales también figura la celebración irlandesa del Día de San Patricio.
En este lunes 31 de octubre de 2011, recuerdo otro lunes 31 de octubre, el de 1983, en cuya madrugada muchos argentinos se olvidaron de dormir y salieron a las calles a celebrar la primera elección presidencial con participación popular celebrada en diez años. Por entonces los argentinos no celebrábamos Halloween. Conocíamos la celebración a través de las películas estadounidenses, como la muy taquillera E.T., el extraterrestre, de Steven Spielberg, estrenada en la Argentina en la Navidad de 1982, que incluye escenas de Halloween. Pero, fuera de las referencias cinematográficas, Halloween era, para las costumbres argentinas, lo que la Tierra para E.T.o el alienígena de Spielberg para los seres humanos. En otras palabras, un mundo a descubrir. En esos tiempos sin Internet ni TV por suscripción, con la prensa amordazada por el saliente gobierno de facto, no era tan fácil recopilar información sobre lo que sucedía en otros países. Yo mismo no era ajeno a esa situación. Durante mi adolescencia tenía pocas chances de acceder a informaciones adicionales, como las difundidas por las revistas internacionales tipo Time, que mi padre solía traer de sus frecuentes viajes laborales al exterior.
Los tiempos cambian, para bien o mal. Hoy muchos argentinos celebran Halloween. Los niños recorren las calles porteñas con disfraces de Halloween similares a los lucidos por los infantes diseminados para esa misma fecha por las calles de las ciudades estadounidenses. Ciertos comerciantes avispados han olfateado el negocio y decidido exhibir calabazas plásticas de Halloween con golosinas en sus escaparates, anunciando Halloween como la "fiesta de las golosinas". Seguramente, es algo más que eso[1]. Pero la superficialidad tiene sus encantos.


Elementos clásicos de Halloween



[1] Cf. http://es.wikipedia.org/wiki/Halloween
   

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